Extra Ecclesiam Nulla Salus, aclarando el dogma.
- Angel Rafael Sosa Muniz
- 11 ago 2019
- 22 Min. de lectura
Actualizado: 27 may 2020

“El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea se condenará.”
- Mc 16:16
Este post es un tanto especial, pues es respuesta a las dudas que muchos poseen en torno a la salvación del alma y la postura de la Iglesia Católica respecto al anuncio del evangelio, aparte de que ha sido un pedido especial por parte de un amigo. Al igual que el post anterior, este será un poco largo, por lo que expondré la estructura que manejaré para su desarrollo.
1. Introducción
2. Planteamiento del Dogma
3. Era pre-cristiana
4. Primeros 3 siglos de la Iglesia
5. Del Siglo IV al día de hoy
6. Los misioneros
7. Preguntas
8. Conclusiones
9. Referencias y Bibliografía
Empecemos entonces.
1. Introducción
“Extra Ecclesiam Nulla Salus” (Fuera de la Iglesia, no hay salvación.), este dogma de la Iglesia Católica ha levantado polémica tanto fuera como dentro de la Iglesia debido a la mala interpretación del mismo y por cierto carácter sentimental que se pone entre nosotros y la comprensión.
Durante este post expondré el pensamiento oficial de la Iglesia respecto a este tema, a fin de clarificar las dudas de aquellos que no tienen conocimiento del tema. Utilizaré parte de la información expuesta por José Miguel Arráiz en su artículo de Infocatólica “Extra Ecclesiam Nulla Salus, breve historia del desarrollo del dogma” [29], de igual manera utilizaré al catecismo de la Iglesia católica como punto central, y todas las citas biblícas utilizadas aquí procederán de la Biblia de Navarra edición popular.
2. Planteamiento del Dogma
Primero que nada, hay que entender que significa “Dogma”. Dogma, se define como como una doctrina en la que la Iglesia, propone como definitiva una verdad revelada. Por lo que un dogma no puede abandonar su esencia nunca, se podrá tener un mejor comprendimiento de esa verdad, pero no se debe de apartar nunca de su esencia principal. Si esto llegase a pasar, la Iglesia caería en un relativismo tremendo, pues algo que es verdad hoy podría no serlo mañana, cosa que es absurda y que el magisterio de la Iglesia ha rechazado ya.
Veamos entonces que nos dice el catecismo sobre este dogma.
“Fuera de la Iglesia no hay salvación”
“846 ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:
El santo Sínodo… basado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella (LG 14).
847 Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:
Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna (LG 16; cf DS 3866-3872).
848 “Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por Él, puede llevar a la fe, ’sin la que es imposible agradarle’ (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar” (AG 7).”
Observamos que el catecismo se pronuncia claramente. En el numeral 847 se nos dice que el dogma no aplica a aquellos que no llegaron nunca a conocer a Cristo. Sin embargo, veamos que nos dice el magisterio de la Iglesia:
A palabras del Papa Inocencio III en 1208:
“Creemos de todo corazón y profesamos con nuestros labios una sola Iglesia, no la de los herejes, sino la santa Iglesia Romana, católica y apostólica, fuera de la cual creemos que nadie puede salvarse” [1]
En el concilio Lateranense de 1215 define:
“Y hay una sola Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual no se salva absolutamente nadie” [2]
El Papa Bonifacio VIII, en su bula Unam Sactam en el año 1302 escribe:
“Por imperativo de la fe estamos obligados a creer y sostener que hay una santa Iglesia católica y apostólica. Nosotros la creemos firmemente y abiertamente la confesamos. Fuera de ella no hay salvación ni remisión de los pecados”[3]
“Por consiguiente, declaramos, afirmamos, definimos y pronunciamos que el someterse al Romano Pontífice es a toda creatura humana absolutamente necesario para la salvación” [4]
Durante el concilio de Florencia de 1442 se dijo:
“(La Iglesia romana) cree firmemente, confiesa y predica que ninguno que esté fuera de la Iglesia católica, no sólo pagano, sino aún judío o hereje o cismático, podrá alcanzar la vida eterna; por el contrario, que irán al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles, a menos que antes de morir sean agregados a ella…Y que por muchas limosnas que haga, aunque derrame su sangre por Cristo, nadie puede salvarse sino permaneciese en el seno y en la unidad de la Iglesia Católica”[5]
El Papa Pío IV, en su bula Iniunctum nobis conocida como la Profesión de fe del Concilio de Trento (año 1564) vuelve a repetir:
“…esta verdadera fe católica fuera de la cual nadie puede salvarse” [6]
A primera vista nos puede parecer que el dogma excluye totalmente a todos aquellos que no creen en la religión Católica, sin embargo hay que entendérsele correctamente.
Este dogma es atacado por múltiples frentes, por parte de los protestantes es atacado de dos maneras:
La primera consiste en criticar la infalibilidad Papal, alegando que la doctrina católica ha cambiado demasiado desde sus orígenes hasta hoy, que se ha vuelto contradictoria. Objetan que antes se decía que fuera de la Iglesia nadie se podía salvar, pero que ahora el dogma ha cambiado.
La segunda, que es mucho más persuasiva, reconoce que el dogma en ningún momento ha cambiado, sin embargo, lo rechazan en su totalidad por ser una “arrogancia” por parte de la Iglesia Católica para monopolizar la salvación, que según ellos se consigue por medio de la “Sola Fe” en Cristo.
Por parte del movimiento tradicionalista hay quienes afirman que el dogma debe de ser tomado literalmente y que incluso aquellos que se encuentren en ignorancia invencible tampoco podrían salvarse. Algunos incluso dan un paso más allá, afirmando que el Concilio Vaticano II es herético junto con todos los Papas después de ese concilio.
Por parte de los progresistas se rechaza por completo el dogma, afirmando que es una idea arcaica y que ahora todas las religiones son verdaderos caminos para llegar a Dios.
Veamos que responde la Iglesia a todo esto:
Observamos que la Iglesia se declara de manera contundente en el concilio Vaticano I ante los dogmas:
“El sentido de los dogmas sagrados que una vez declaró la santa madre Iglesia, hay que mantenerlo perpetuamente, y jamás puede uno apartarse de ese sentido, so pretexto o en nombre de una más profunda inteligencia. Crezca, pues..,y progrese amplia e intensamente la inteligencia, la ciencia y la sabiduría de cada uno como de todos, de los particulares como de la Iglesia universal, según el grado propio de cada edad y de cada tiempo: pero manteniéndose siempre su propio género esto es, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma sentencia” [7]
La Iglesia se ha declarado, en ningún momento se debe de apartar del sentido original del dogma, sino que sólo se puede aumentar el conocimiento que se tiene del mismo y expandir su comprensión. Por lo que la primera objeción de los protestantes no tiene sentido. Tendrían en todo caso que demostrar más abiertamente su punto.
No obstante, antes de entrar de lleno al tema Miguel Arráiz nos dice:
“En este contexto donde es necesario afirmar que no ha habido un cambio sustancial en cuanto al dogma “fuera de la Iglesia no hay salvación”, pero antes de entrar de lleno en el tema es oportuno citar la declaración Mysterium Ecclesiae de 1973 donde la Congregación para la Doctrina de la Fe aclara la distinción entre lo sustancial de una verdad de fe y su expresión histórica:
“Las dificultades (en la transmisión de la revelación divina por la Iglesia) surgen también de la condición histórica que afecta la expresión de la revelación. En relación a esta condición histórica, debe observarse en primer lugar que el significado de los pronunciamientos de fe depende en parte del poder expresivo del lenguaje usado en un determinado momento histórico y en circunstancias particulares. Más aún a veces ocurre que alguna verdad dogmática se expresa primeramente de modo incompleto (pero no falso), y en un momento posterior, cuando se la considera en un contexto más amplio de fe o de saberes humanos, recibe una expresión más completa y perfecta”[8]”
El resto de las objeciones se responderán a lo largo del artículo. Pero antes hay que responder a la pregunta ¿Qué pasaba con las personas en la era precristiana? ¿Podían salvarse?
3. Era precristiana
Antes de Cristo era obvio que no existía la Iglesia Católica ni el cristianismo en sí, pero esto no implica que aquellas personas no se pudiesen haber salvado. Si leemos las declaraciones de los Padres de la Iglesia observaremos que todos ellos estaban de acuerdo con algo, Dios había dispuesto medios a los hombres de la era precristiana para alcanzar la salvación, sin importar si eran parte del pueblo escogido o no. Las explicaciones variaban, pero todos se debían de salvar por medio de Cristo. Tomaré algunos extractos del artículo de Infocatólica:
Justino Mártir
“Evidentemente, cada uno se salvará por su propia justicia, dije también que se salvarán igualmente los que hubieren vivido conforme a la ley de Moisés. En la ley de Moisés, en efecto, se mandan algunas cosas por naturaleza buenas y piadosas y justas, que han de hacer lo que creen; otras, que practicaban los que estaban bajo la ley, están escritas con miras a la dureza de corazón del pueblo. Así, pues, los que cumplieron lo que universal, natural y eternamente es bueno, fueron agradables a Dios, y se salvarán por medio de Cristo en la resurrección, del mismo modo que los justos que les precedieron, Noé, Enoc y Jacob y cuantos otros hubo, juntamente con los que reconocen a este Cristo por Hijo de Dios” [9].
“Algunos, sin razón, para rechazar nuestra enseñanza, pudieran objetarnos que, diciendo nosotros que Cristo nació hace sólo cincuenta años bajo Quirino y enseño su doctrina más tarde, en tiempo de Poncio Pilato, ninguna responsabilidad tienen los hombres que le precedieron. Adelantémonos a resolver esta dificultad. Nosotros hemos recibido la enseñanza de que Cristo es el primogénito de Dios, y anteriormente hemos indicado que Él es el Verbo, de que todo el género humano ha participado. Y así, quienes vivieron conforme al Verbo, son cristianos, aun cuando fueron tenidos por ateos, como sucedió entre los griegos con Sócrates y Heráclito y otros semejantes, y entre los bárbaros con Abrahán, Ananías, Azarías y Misael, y otros muchos cuyos hechos y nombres, que sería largo enumerar por ahora” [10]
Clemente de Alejandría
“Dios cuida de todos, dado que es el Señor de todos. Y es el Salvador de todos; no se puede decir que es Salvador de unos y no de otros. Como cada uno se dispuso a recibirla, Dios distribuyó su bendición tanto a los griegos como a los bárbaros y en su momento fueron llamados los que estaban predestinados a estar entre los fieles elegidos” [11]
Agustín de Hipona
“Por lo tanto, desde el principio del género humano, cuantos en Él creyeron, cuantos de algún modo le entendieron y vivieron justa y piadosamente según sus preceptos, por Él se salvaron sin duda alguna, dondequiera y como quiera que hayan vivido…En tal forma, la salud de esta religión por la que exclusiva, verdadera y verazmente se promete la auténtica salvación, no faltó a nadie que fuese digno de ella. Y si a alguno le faltó, él no fue digno de recibirla” [12]
Por lo tanto, los primeros Padres no tenían ninguna dificultad en decir que las personas en la era precristiana que viviesen conforme a la justicia pudieran salvarse. Incluso aquellos como los griegos, que, si bien no eran ateos en su mayoría, podría considerárseles que vivían en una ignorancia invencible respecto al verdadero Dios, por lo que si vivían conforme a la justicia eran acreedores a la salvación.
4. Primeros 3 siglos de la Iglesia
¿Qué pasó entonces durante la Iglesia primitiva?
Observamos una situación distinta, la Iglesia ya está instituida (y bajo persecución), y aparece un mandamiento de Dios para ella. Observemos el comentario de la Biblia de Navarra respecto a Mc 16,16.
“El señor condensa la misión de los Apóstoles y la necesidad de pertenecer a la Iglesia para alcanzar la Salvación. <<La Iglesia, guiada por la caridad y el respeto de la libertad, debe empeñarse primariamente en anunciar a todos los hombres la verdad definitivamente revelada por el Señor, y proclamar la necesidad de la conversión a Jesucristo y la adhesión a la Iglesia a través del bautismo y los otros sacramentos, para participar plenamente de la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. (…) La certeza de la voluntad salvífica universal de Dios no disminuye sino aumenta el deber y la urgencia del anuncio de la salvación y la conversión al Señor Jesucristo>> (Dominus Iesus, n.22).”
Se da el advenimiento de la actitud misionera, el anuncio del evangelio a todas las naciones, como observamos en Mc 16:15.
“Id al mundo entero, y predicad el Evangelio a toda criatura.”
Por lo que el acceso a la salvación está ya abierto para todo aquél que quiera, y el que se aleje voluntariamente de ella entonces gana la condenación. Observamos aquí que muchos personajes sentenciaban directamente a todos aquellos que rechazaban el evangelio, sin embargo, la sentencia incurre únicamente a aquellos que se alejan de la Iglesia culpablemente, aquellos que tienen desconocimiento de ella permanecen en una situación que Santo Tomás de Aquino calificará después como “Extraordinaria” en donde la salvación será permitida, siempre que el hombre haya sido justo.
Ignacio de Antioquía
“No os engañéis, hermanos míos: si alguno sigue al que se separa no heredará el reino de Dios. El que camina en sentencia ajena, ese tal no se conforma a la Pasión” [13]
Ireneo de Lyon
“En la Iglesia Dios ha puesto apóstoles, profetas, maestros y todos los demás dones del Espíritu, que no comparten aquellos que no se apresuran a la Iglesia, sino que se autoexcluyen de la vida, por una mente perversa y un modo de actuar aún peor. Porque donde está la iglesia, está el Espíritu de Dios, y donde está el Espíritu de Dios está la iglesia y toda gracia” [14]
Orígenes
“Así que nadie se persuada, que nadie se engañe: fuera de esta casa, esto es, fuera de la iglesia, nadie se salva. Si alguien sale, es responsable de su propia muerte” [15]
Desde el inicio de la Iglesia el dogma aclaraba que, de estar en una ignorancia invencible, el pagano podría salvarse, siempre y cuando haya vivido conforme a la rectitud, impresa por Dios en el corazón de los hombres. Podemos observar un poco de este pensamiento en Romanos 2,13-16
“Pues no son justos ante Dios los que oyen la Ley, sino los que cumplen la Ley: éstos son los que serán justificados. En efecto, cuando los gentiles, que no tienen Ley, siguiendo la naturaleza, cumplen los preceptos de la Ley, ellos, sin tener la Ley, son ley para si mismos. Con esto muestran que tienen grabado en sus corazones lo que la Ley prescribe, como se lo atestigua su propia conciencia y según lo acusan o lo excusan los razonamientos que se hacen unos a otros, y así se verá el día en que, según mi evangelio, Dios juzgue las cosas secretas de los hombres, por medio de Jesucristo.”
En el comentario de la versión de Navarra podemos leer:
“San Pablo enseña que existe una ley que <<está escrita y grabada en la mente de cada uno de los hombres, por ser la misma razón humana, mandando obrar bien y prohibiendo pecar>>(León XIII, Libertas praestantissimum, n.8). La conciencia y la ley son elementos complementarios: la conciencia aplica a cada caso la ley. Por eso, la conciencia ha sido llamada <<La voz de Dios>> (cfr Gaudium et spes, n.16), pero la conciencia encuentra serias dificultades para conocer con claridad los contenidos de la ley, debido al oscurecimiento de la inteligencia y la debilitación de la voluntad introducidos por el pecado original; y por esto sucede que los hombres fácilmente se persuaden de que es falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero. Precisamente para superar estas dificultades, Dios quiso revelar de modo sobrenatural la ley natural encargando, además, a su Iglesia la función de enseñar e interpretar sin errores esas verdades de un modo concreto.”
5. Del siglo IV al día de hoy
Entonces, con el pasar del tiempo, se fue aclarando cada vez más está cuestión acerca del dogma. Tenemos que comprender que a partir del siglo IV las cosas comienzan a cambiar, la Iglesia deja de ser perseguida con los edictos de los emperadores Galerio (311) y Constantino (313), y el cristianismo pasa a ser la religión oficial del imperio por Teodosio I [16]
Durante este tiempo, el juicio de culpabilidad a los cristianos cismáticos por rechazar voluntariamente a la Iglesia es aplicado a judíos y paganos por igual. Estamos en un contexto en que se presupone que el evangelio ha sido proclamado por todo el mundo conocido, y que todas las personas han tenido suficientes oportunidades para aceptarlo. Tenemos que destacar, que el hecho de que alguien se condenase, o sea, que fuera excluido del reino de Dios, no se trataba de un designio arbitrario de Dios. Quienes se condenaban no era porque Dios así lo quisiera, sino porque ellos mismos habían rechazado la salvación. El infierno, realmente consiste en Dios dándole al pecador lo que siempre ha querido, una existencia sin Él.
Ambrosio de Milán
“Si alguien no cree en Cristo se priva a sí mismo de sus beneficios universales, como si alguien negase la entrada a los rayos del sol cerrando su ventana. Porque la misericordia del Señor ha sido derramada por la Iglesia a todas las naciones; la fe ha sido distribuida a todas las gentes” [17]
Juan Crisóstomo
“No se debería creer que la ignorancia excusa a los no-creyentes…Cuando eres ignorante de lo que puede ser conocido fácilmente, debes sufrir el castigo…Cuando hacemos todo lo que está en nuestro poder, en materias que desconocemos, Dios nos tenderá su mano; pero si no hacemos lo que podemos, no disfrutaremos de la ayuda de Dios…Así que no digáis: ‘¿Cómo es que Dios ha abandonado a ese pagano sincero y honesto?’. Te darás cuenta de que no ha sido realmente diligente en la búsqueda de la verdad, dado que lo relativo a la verdad está ahora más claro que el sol. ¿Cómo obtendrán perdón los que, viendo la doctrina de la verdad derramada ante ellos, no hacen esfuerzo para conocerla?. Porque ahora el hombre de Dios es proclamado a todos…Es imposible que nadie esté atengo en la búsqueda de la verdad sea despreciado por Dios.” [18]
De igual manera tenemos a Agustín de Hipona, que no negaba la capacidad de salvación de los pueblos no cristianos en la era precristiana, sin embargo, se mantiene al margen en cuanto a esto mismo, pero en el contexto del mundo cristiano. San Agustín sabía que existían pueblos y tribus a los que nunca se les había dado a conocer el evangelio, pues estaban fuera de los límites del imperio [29]. Por lo que no se puede atribuirles culpabilidad alguna, sin embargo, si les negaba la salvación, alegando que, si Dios negaba la fe, era porque preveía que, si se las llegase a ofrecer, terminarían rechazándola de cualquier manera. Otra vertiente de argumentación del Santo era que la condena del pecado original era suficiente para que ellos se condenaran. Tenemos que mencionar que él nunca encontró una respuesta ante las cuestiones que se presentan. Estas respuestas se irían descubriendo con el pasar del tiempo y el desarrollo de la teología.
Tomás de Aquino
“Si se habla de que el hombre puede algunas cosas sin el auxilio de la gracia, está obligado a muchas cosas que no puede realizar sin la ayuda de la gracia reparadora, por ejemplo, a amar a Dios y al prójimo, e igualmente a creer los artículos de la fe. Pero todo ello puede hacerlo con el auxilio de la gracia. Este auxilio de la gracia, a cuantos se les da divinamente, se les da por misericordia; pero a quienes se les niega, se les niega por justicia, en castigo de algún pecado anterior, por lo menos del pecado original, como afirma San Agustín en De corrept. et gratia” [19]
Santo Tomas define aquel escenario donde alguien no ha podido escuchar el evangelio, como algo extraordinario, poco común. Un caso así sería, por ejemplo, un niño que ha sido criado entre las bestias y alejado de la civilización. Para estos casos, él afirma, que Dios no abandonaría a la persona, sino que le daría medios para poder llegar a salvarse, llegando a tener una fe explicita.
Sin embargo, los teólogos se equivocaban, estos casos no eran nada extraordinarios. Con el descubrimiento de América, lo teólogos se dieron cuenta de la cantidad de personas que existían y que no habían recibido jamás, en los 1500 años de la existencia del cristianismo, una predicación,
por lo que la solución presentada por Santo Tomás era bastante difícil de conciliar, ¿cómo era posible que un continente completo pudiese llegar a tener una fe explícita, siendo que en ese continente jamás hubo ni un atisbo de cristianismo?
Para esto, Melchor Cano O.P y Domingo Soto O.P, siguiendo con la misma línea de pensamiento de Tomás, llegaron a la conclusión de que aquellas personas de buen corazón, que colaboraban con la gracia que recibían les era suficiente hacer un acto de fe implícita, como se ve en Hebreos 11,6.
“Sin fe, en efecto, es imposible agradarle, porque el que se acerca a Dios debe creer que existe y que premia a quienes le buscan.”
El protestantismo, por su parte, resolvió fácilmente está cuestión. Ajenos al dogma, pero profesando que nadie podía salvarse sin profesar su fe en Jesucristo, daban una respuesta al destino sufrido de todos aquellos nativos americanos sin bautizarse. Todos al infierno.
Para Calvino, por ejemplo, Dios había abandonado a todos aquellos que no escuchaban el mensaje de la salvación, predestinándolos a la condenación eterna, abandonándolos en su maldad. Y nadie podía cuestionar a Dios por haber tomado esta decisión. Aquí es donde Albert Pigge, astrónomo, matemático y teólogo holandés responde que Dios define tiempos distintos para la promulgación del evangelio a los distintos pueblos, y a todos, en todo momento, les proporciona medios para salvarse:
“Esto es completamente cierto: que es imposible establecer el mismo tiempo por el que se puede decir, o podría decirse nunca, que el Evangelio fue suficientemente promulgado a todo el mundo. Porque Dios no ha determinado el mismo tiempo para la llamada a todas las naciones. Dado que incluso ahora, en muchas regiones del mundo, hay muchas naciones donde la luz del Salvador no ha brillado, y un número cada vez mayor a los que esta luz está sólo empezando a iluminar a través de los misioneros. No puede haber duda de que tales personas están en las mismas condiciones que estaba Cornelio antes de ser instruido en la fe por Pedro” [20]
Por otra parte, Roberto Belarmino pronuncia:
“Decimos ‘en algún momento o lugar’, porque no determinamos si esa ayuda es asequible en cualquier momento de la vida de una persona…Decimos que no hay nadie que no reciba, en algún momento, esa ayuda. Después decimos ‘mediata o inmediatamente’ porque creemos que aquellos que tienen uso de razón reciben inspiraciones santas de Dios, y así, sin otra mediación, tienen gracia capacitante, y si cooperan con ella, pueden disponerse para la justificación; y, finalmente, llegar a la salvación” [21]
“La gente que aún no se ha predicado el evangelio, pueden conocer la existencia de Dios mediante las criaturas, y así pueden ser movidas por la gracia previniente para creer que Dios existe y recompensa a aquellos que le buscan, y a partir de esa fe pueden ser luego llevados por Dios que les guía y ayuda, a oraciones y obras de caridad, y de esta forma pueden obtener, mediante la oración, una mayor luz de fe, que Dios fácilmente les comunicará, por sí mismo, o a través de la mediación de hombres o ángeles” [22]
Ya en tiempos más actuales, durante el Concilio Vaticano II, se comienza a definir una palabra que hemos usado mucho en este post, nos referimos a “Ignorancia Invencible”. Veamos lo que escribe Arráiz en su artículo de infocatólica:
“El aporte de Juan de Lugo S.J.
Si bien De Lugo [23] sostuvo en esencia lo mismo que Belarmino y Suarez, desarrolló más allá el concepto de ignorancia invencible aplicándolo no solo a aquellos que nunca escucharon el evangelio, sino también a quienes el evangelio no había sido predicado de manera eficiente como para moverlos eficazmente a la conversión. Distingue entre la situación del heresiarca que se aparta de la Iglesia por su pertinacia de la de aquel que nace dentro de un cisma o en alguna secta herética y que no ha tenido manera de darse cuenta de que está en el error.
“Aquellos que no creen con la fe católica pueden dividirse en diversas categorías. Hay algunos que, aunque no creen todos los dogmas de la religión católica, reconocen al único Dios verdadero; estos son los Turcos y todos los musulmanes, así como los judíos. Otros reconocen al Dios trino y a Cristo, como hacen la mayoría de los herejes…Ahora bien, si esas gentes están excusadas del pecado de infidelidad por ignorancia invencible, pueden salvarse” [24]
“Alguien que es bautizado siendo niño por herejes, y es criado por ellos en una falsa doctrina, cuando alcanza la edad adulta, podría no ser culpable durante un tiempo de pecado contra la fe católica, dado que no le ha sido presentada en una forma suficiente como para obligarle a aceptarla. Sin embargo, si la fe católica le fuera propuesta posteriormente de una manera suficiente como para obligarle a su aceptación, y a abandonar los errores contrarios a ella, y él todavía persistiera en su error, entonces sería hereje” [25]
Hay que considerar también las palabras del Papa Pio XII, donde en su encíclica “Mysticy Corporis”, reconoce que se pueden salvar las personas que se encuentren en un estado de desconocimiento de la Iglesia sin tener ellos culpa alguna.
“Urgimos a todos y cada uno a estar prontos a seguir los movimientos internos de la gracia, y a buscar con mayor seriedad librarse de un estado en que no pueden estar seguros de su propia salvación. Porque incluso aunque, por un cierto deseo inconsciente, pueden relacionarse con el Cuerpo Místico del Redentor, permanecen privados de tantos y tan poderosos dones y ayudas del Cielo, que sólo pueden ser disfrutados dentro de la Iglesia Católica” [26]
Podemos observar que afirma que “No podemos estar seguros” de su salvación.
Por otra parte Giovani Perrone, S.J dice:
“Para aquellos que mueren en un estado culpable de herejía, cisma o increencia, no puede haber salvación; en otras palabras, no se puede obtener salvación fuera de la Iglesia Católica. Entonces, como se deduce de la forma en que se enuncia la proposición, hablamos sólo de aquellos que están culpablemente en estado de herejía, cisma o increencia. En otras palabras, hablamos sólo de sectarios formales, no meramente materiales. Los últimos lo son por haber sido criados desde la infancia en errores y prejuicios, y no sospechan que se encuentran realmente en herejía o cisma, o si tal sospecha surge en sus mentes, buscan la verdad con todo su corazón y con mente sincera. Dejemos a tales personas al juicio de Dios, porque él es el que ve dentro y examina los pensamientos y los caminos del corazón. Porque la bondad y misericordia de Dios no permiten que nadie que no es culpable de una falta deliberada, sufra tormentos eternos en el infierno. Afirmar lo contrario estaría en contra de la enseñanza explícita de la Iglesia” [27]
“Pertenece a la divina providencia ofrecer medios suficientes para la salvación de todos los hombres. En virtud del hecho de que Dios quiere que todos los hombres se salven, y que nadie puede salvarse sin fe, Dios concede a todo el que no ponga un obstáculo –y a veces incluso a aquellos que lo hacen, porque esta gracia no es merecida- por su misericordia, y en virtud de los méritos de Cristo, bien una iluminación sobrenatural interna o revelación, o bien hace que reciban instrucción de otros sobre la fe: y de esa forma pueden ser justificados y salvarse. Además este modo de actuar de Dios no ha de ser considerado como milagroso, porque pertenece a la providencia sobrenatural ordinaria de Dios” [28]
Observamos nuevamente que no se le puede atribuir culpa a aquellos que viven en una ignorancia invencible.
6. Los misioneros
La labor del misionero es de importancia crítica en el mundo, pues se trata de anunciar el evangelio a todo el mundo, afín de llevar la salvación y el conocimiento de Cristo. Podríamos decir que la labor del misionero fue instituida en Mt 28,19-20 o, como ya vimos, en Mc 16,15. Veamos que nos dice Mateo:
“Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado.”
El comentario hecho en la Biblia de Navarra dice lo siguiente:
“La primera misión de los Doce (10,1-42) tenía como destino Israel (10, 5-6); ahora, los Apóstoles son enviados al universo entero, y la misión supone el Bautismo en el nombre de la Santísima Trinidad y la enseñanza de los preceptos del Señor.”
Por lo que tenemos que el misionero constituye el método principal para el anunciamiento del evangelio al mundo. A día de hoy, existen numerosas ordenes y congregaciones para realizar misiones en diferentes partes del mundo dedicándose a esta labor y a la caridad, podemos poner como ejemplo a “Las misioneras de la caridad” fundada por Santa Teresa de Calcuta o la “Sociedad de los Misioneros en África” fundada por Charles Martial Lavigerie y dedicada a pelear contra la esclavitud de los africanos, enfermedades, pobreza y divisiones dentro del continente.
7. Preguntas y Respuestas
a) ¿Qué ocurre con las personas de otras religiones? ¿Es posible que alcancen la salvación?
Primero que nada, hay que enfatizar el hecho de que en la sociedad actual es muy difícil que una persona desconozca el catolicismo, por lo que es muy posible que esta persona que se encuentra fuera de la Iglesia lo haga por herejía o fatiga intelectual. En este caso la condenación es casi segura.
No obstante, si la persona se encuentra en una ignorancia invencible o se encuentra en un lugar donde la predicación no se realiza de forma apropiada no se le puede atribuir culpa alguna de su postura respecto al Dios verdadero, por lo que Dios le otorgará los medios necesarios para que se incorpore a la Iglesia verdadera, de esta manera podrá salvarse.
b) ¿Hay alguna tribu tan lejana a la que los misioneros no puedan ir? De ser así, ¿Qué ocurre con las personas de la tribu?
Muy bien, la primera pregunta en cierto sentido es una pregunta con truco, pues hay que tener primero el conocimiento de la existencia de la tribu, pues si se desconoce su existencia, aunque pudiesen ir no lo harían porque no sabríamos de su existencia. Los misioneros deben ir a cualquier lugar donde los manden. A día de hoy, podemos decir que no existe lugar en el mundo donde no se haya escuchado al menos en algún momento de la historia acerca de Cristo y su Iglesia.
Supongamos, sin embargo, que esta tribu en efecto existe. Por todo lo que ya presentamos podemos afirmar que ellos se encontrarían en una situación de ignorancia invencible, por lo que no podrían ser culpables de estar fuera de la Iglesia de Cristo, Dios dispondría de métodos para acercarlos a la salvación de una manera u otra.
8. Conclusiones
“Extra Ecclesiam Nulla Salus” constituye una de las afirmaciones más contundentes de la Iglesia Católica, al igual que es de los dogmas más incomprendidos por sus mismos fieles y por los que se encuentran fuera de la Iglesia. No obstante, con un poco de esfuerzo intelectual se puede llegar a una buena comprensión del dogma.
En este mundo que vivimos es necesario que si alguien se encuentra fuera de la Iglesia o no está convencido plenamente de la veracidad del cristianismo ejercite su mente mediante la filosofía, la ciencia y la teología. No hay excusa, en esta sociedad postmoderna la información está al alcance de un solo clic para mucha gente, por lo que si desconocen a la Iglesia por su propia pereza intelectual, serán malditos por ella. Sin embargo, si se ejercita en lo anterior dicho hay que tener por seguro que Dios dispondrá de los medios para alcanzar la comprensión de la verdad y por ende la salvación y la vida eterna.
~ Rafael
9. Referencias
[1] Denzinger-Schönmetzer 792
[2] Denzinger-Schönmetzer 802
[3] Denzinger-Schönmetzer 870
[4] Denzinger-Schönmetzer 875
[5]Denzinger-Schönmetzer 1351
[6] Denzinger-Schönmetzer 1870
[7] Denzinger-Schönmetzer 3020
[8] Acta Apostolicae Sedis 65, 1973, 402-403.
[9] Justino Mártir, Diálogo con Trigón, 45,3 Daniel Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, B.A.C. 116, Tercera Edición, pág. 375-376
[10] Justino Mártir, Apología Primera, 46,1-3
Daniel Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, B.A.C. 116, Tercera Edición, pág. 232-233
[11] Clemente de Alejandría, Stromata 7,2 Texto en Inglés en
[12] Agustín de Hipona, Epístola 102,12.15.
[13] Ignacio de Antioquía, Carta a los filadelfios 3,3 Daniel Ruiz Bueno, Padres Apostólicos, B.A.C. 65, Quinta edición, pág. 483 La traducción protestante de Lightfoot en español en
[14] Ireneo de Lyon, Adversus haereses 3:24,1 Texto en inglés en
[15] Orígenes, Homiliae in Jesu Nave 3,5 pg. 12, 841-842
[16] Teodosio I fue emperador del imperio romano desde el año 379 hasta el 395.
[17] Ambrosio de Milán, In Psalm 118 Sermo 8,57; Patrologiae cursus completus, series latina 15, 13-18
[18] Juan Crisóstomo, In Epíst. Ad. Rom. Hom. 26,3-4; pág.60, 641-642
[19] Tomás de Aquino, Suma Teológica II-IIae, q.2, a.5, ad 1
[20] Albert Pigge, De Libero hominis arbitrio, lib. X. fol 180 v-181r.
[21] Roberto Belarmino, De Gratia et libero arbitrio, lib. 2. Cap 5; ed.Giuliano, vol. 4, 301
[22] Roberto Belarmino, De Gratia et libero arbitrio, lib. 2. Cap 5; ed.Giuliano, vol. 4, 308
[23] Juan de Lugo (1583-1660) fue cardenal y teólogo. Nació en 1583 y murió en 1660
[24] Juan de Lugo S.J., De virtute fidei divinae, disp. 12, n.50-51
[25] Juan de Lugo S.J., De virtute fidei divinae, disp. 20, n. 149
[26] Pio XII, Mystici corporis, n. 101
[27] Giovanni Perrone, S.J., De vera religione, pars II. Prop. XI. n.265, en Praelectiones theologicae, vol. I, ed. 34, Torino: Marietti, 1900. pág. 214
[28] Giovanni Perrone, De virtutibus fidei spei et caritatis; De fide, n. 321, pág. 115
[29] José Miguel Arráiz. (2010). Extra Ecclesiam Nulla Salus. 2019, de Infocatólica Sitio web: http://www.infocatolica.com/blog/apologeticamundo.php/1012140606-extra-ecclesiam-nulla-salus-b
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